El agua en la biblia es símbolo de vida. En un clima árido, con temperatura elevadas, viviendo de una economía agrícola y ganadera, el agua era un factor vital. La Biblia nos relata la lucha de Isaac para tener pozos de aguas propios para sus ganados y su gente. Es que el agua es bien preciado y muchas veces escaso. Pero ahora el profeta tiene una visión en el que ve que habrá abundancia del vital elemento. 

Zac 13:1 En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.

El profeta mira a través de los tiempos y ve el momento de la crucifixión y lo que esto significaría para el hombre. Zacarías ve el río que ve Ezequiel, aquel de las aguas que traen salud, señal inequívoca de lo que ocurrió cuando Jesús puso su vida por nosotros. Es la misma corriente de agua que ve Juan en el apocalipsis

Ap 22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero…. 14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.

Más adelante al terminar su profecía vuelve a ver el río:

Zac 14:8 Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.

Cuando en palestina alguien encontraba agua tenía la posibilidad de progresar, sino era un errante buscándola. El profeta ve que un río abierto, de libre acceso, con cualidades increíbles de limpieza y renovación. No solo limpia el acto ofensivo (pecado), sino el foco infeccioso o lo que lo produce (Inmundicia). Por eso es altamente significativo que estando en Jerusalén Jesús dijera:

Jn 7:37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

Jesús y su obra son el río que vio Zacarías, que vio Ezequiel, que vio Juan…  y aún es increíble lo que El promete 

Jn 7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Al creer en Jesús, El instala en mi una “sucursal” de ese río de vida, de sanidad, de poder… Juan entiende que ese río no es otra cosa que la divina persona del Espíritu Santo viviendo en mí. 

Jn 7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

Hoy es un día para saber que por la fe tengo el río de Dios viviendo en mí, ese río limpia y restaura mi vida, esas aguas nacen en Jesús y se conectan con mi vida, y usan mi vida como un cauce para a su vez conectar con miles de personas, hacia donde llegue mi influencia. Verdaderamente soy alguien bendecido. Decido vivir perdonado, decido vivir en santidad, decido vivir perdonando, decido vivir bendiciendo… el río me ha inundado!!! Si alguien pudiera seguir el río que hay en mi corazón hasta su nacimiento se encontraría con el corazón de Jesús. Aleluya!!!