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Hoy quiero detenerme en la experiencia del apóstol Juan. Él está deportado en la isla de Patmos, 

Ap 1:9 Yo, Juan, soy hermano de ustedes y participo con ustedes en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo. Por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo estaba yo en la isla de Patmos.

Allí Domiciano tenía unas minas de carbón donde se extraía este mineral por manos esclavas. El estaba allí como esclavo y el día del Señor, el domingo, un día como hoy empieza un proceso de Promoción. No es la primera vez que Juan se gradúa y es promovido. 

Necesitamos cerrar ciclos en nuestra vida. Cerrar ciclos.

Podemos casi trazar la misma escalera que Pedro, pero llegó a un nivel de revelación profética que ningún discípulo pudo desarrollar. 

1:10 En el día del Señor quedé bajo el poder del Espíritu, y detrás de mí oí una fuerte voz, parecida al sonido de una trompeta,

¿Cuando llegó a esta Promoción? 

Recuerde que hemos dicho que a la promoción se llega dejando algo, perdiendo algo. La promoción tiene un costo, una decisión. Veamos esta de Juan:

a.- Soportando la prueba. (Aprobado)

La vida de Juan no fue una vida fácil. No estoy diciendo que debemos pasarla mal, pero sin duda hay un precio que pagar para llegar a este nivel. 

Quiero notar que Juan no está de vacaciones, sino que está deportado, está en una árida isla, siendo objeto de maltrato y de aflicción. 

9Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la perseverancia que tenemos en unión con Jesús, estaba en la isla de Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.

Juan se describe a si mismo con estás características de todo cristiano, que se precie de serlo:

Sufriendo. (Thlipsis) apretura. 

Ciudadano de un Reino. (Basilea)

Perseverancia (hupomone) Mantenerse bajo presión. 

Nuestra renuencia al sufrimiento ha hecho de nosotros gente con una promoción limitada, millones de cristianos y pocos graduados en todos los niveles. Seguimos a uno que dijo: 

Lucas 9:23 Dirigiéndose a todos, declaró: —Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. 24Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. 25¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo? 26Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.

Quiero hablarle a usted que se encuentra sufriendo, que está caminando como ciudadano del reino, que se mantiene bajo la presión: Viene su promoción.  No reniegue del sufrimiento, no  pierda su fe… tarde o temprano esto terminará y si usted lo aprovecha nunca más será el mismo.