Hace algunos años plante un naranjo, como lo plante en un gran macetón tardo un tiempo más en dar fruto y cuando por fin lo hizo, me dio un limón!!! Recuerdo que el fruto nunca se ponía naranja, del verde botella pasó a un verde limón y cuando por fin lo usé… era un limón!!!

Pero la sabiduría demuestra estar en lo cierto por medio de sus resultados. (Mt 11:19)

Los resultados son los que evidencian si algo fue sabio o no. Tenemos que esperar el fruto para saber de que tipo de árbol se trata. 

Hoy en día se están realizando experimentos sociales, de desconstrucción cultural… la Biblia, fuente de sabiduría infinita porque plasma la sabiduría divina, atestigua que esos ensayos no van a dar naranjas… sin embargo, nuestros gobernantes insisten y mas temprano que tarde tendremos que hacernos una limonada!!!

He visto a la gente ensayar con su vida cosas innovadoras… para luego atestiguar su desencanto. Hace un tiempo hablaba con un hombre que desmembró su matrimonio y me comentaba los altos ideales que iba a mantener. Le duró lo que dura una dieta después de fin de año… A la semana se había olvidado de sus buenos deseos y había seguido el derrotero de todos los “solteros” de esta sociedad. 

La palabra de Dios y el apego a sus principios son una fuente de incalculable sabiduría, por ella, aún un incrédulo, si sigue sus principios, puede alcanzar buenos resultados. Está comprobado. Hay que perdonar. Hay que devolver bien por mal. Hay que dar y ayudar al que no tiene. Hay que ser leales. Hay que vivir con la verdad. Hay que amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Hay que honrar a los padres. 

Todos consejos del corazón de Dios que nos permiten cosechar lo que queremos cosechar, que no tiene sorpresas agrias al final de la temporada. A que me debo apegar para tener una buena cosecha? Fue Isaías que gritó “A la ley y al testimonio”…

En el pasaje de cabecera Jesús habla de su generación que, desprovista de parámetros divinos, juzgan a Juan el Bautista y a el con lecturas superficiales, sin darse cuenta lo esencial y imperecedero. Es el mismo criterio que usa nuestra generación para rechazar la sabiduría divina y hacer este enorme ensayo que va a terminar en desaguisado general.

¿Queremos vivir bien? ¿Queremos terminar bien la carrera? Pues bien no compremos arboles según la etiqueta sino de acuerdo a sus frutos. Hace unos meses me regalaron un limonero. ¿Cómo lo sé? Porque a parte del cartelito, venía con limones… no hay manera de equivocarse. 

¿Queremos vivir bien? Entonces vayamos a la Palabra de Dios… no solo dice que lo logra, ha demostrado que es un árbol con frutos verdaderos. 

Señor, ayúdame a estar aferrado a tu Palabra, ella es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino. Amén.