“Junto a las orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas no se marchitarán, y siempre tendrán frutos. Cada mes darán frutos nuevos, porque el agua que los riega sale del templo. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas serán medicinales.” Ezequiel 47:12 NVI Eres un árbol que se nutre del agua del santuario. Es agua que nace del Templo, que nace del altar del sacrificio. El agua que alimenta nuestras raíces nace de la casa de Dios y de la cruz de Cristo. No debemos beber otra agua. Es sabido que los frutales regados con aguas servidas llevan las bacterias de las aguas en sus frutos. El efecto bienhechor que tienen nuestros frutos provienen de las aguas de Dios. La conexión con el río en Ezequiel es la vinculación con la vid a la que se refiere Juan 15 y allí Jesús nos recuerda… “separados de mí nada podría hacer”.
Hay profundidades de caudal… quiero que notes que hay 4 niveles de profundidad: Tobillos, Rodillas, Cintura y Sin limite… Decisión, rendición, multiplicación, gobierno. Esto obviamente tiene una incidencia en lo que está plantado a sus márgenes.
Estás plantado, es decir, fuiste puesto, hay una intencionalidad divina. Necesitamos al Espíritu Santo, no podemos fructificar sin Él. Jesús dijo que la relación con el Espíritu Santo iiba a ser tan vital y tan poderosa, que nos convenía que El se fuera: Jn 16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
Extiende tus raíces, hacía el Espíritu… necesitamos de Él. Lo que Dios nos plantea para este año es sobrenatural, necesitamos estar sumergidos en la corriente, no en los tobillos, no en las rodillas, no en la cintura, necesitamos ir sin limites. “Hay un río cuyas aguas son limpias, hay un rio cuya fuente no cesa, hay un río que corre del trono de Dios…”
En este año deberemos ser sensibles al mover del Espíritu Santo… está historia se desarrolla a la vera de un río. Ayer arrodillado en el altar de nuestra congregación le pedía a Dios que se cumpliera la profecía que dice que “Todo lo que nadare en el río vivirá”. Debemos meter nuestras raíces bien en lo hondo para que la vida nos llene sin limites.
Señor “como el ciervo brama por las corrientes de las aguas así clama por ti oh Dios el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios.”
