Les he contado de mi experiencia de alfarería en otras oportunidades. Me acuerdo el día de la exposición en donde la profesora presentó nuestros trabajos… recuerdo como puso las vasijas todas juntas y un enorme cartel de “Vasijas” para señalarlas y la tarjeta de cada uno de los trabajos. Los ceniceros, que eran mi rubro, con un enorme cartel “Ceniceros”  y todos los trabajos. Sin embargo, me acuerdo que allí no estaba mi trabajo. Mi familia que había ido conmigo para ver mi primeros pasos en el arte, me preguntó dónde estaban mis artesanías. Busqué, busqué… hasta que al fin hallé mi trabajo, estaba señalado como “Otros”… era un rincón donde fueron a parar piezas de rasgos indefinidos, que no se sabía bien que eran, si vasijas o platos o ceniceros… lucían esmaltados y brillosos… pero no eran ni chicha, ni limonada.

 

Gn 2:7 Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.

 

Ese “formó” es la palabra hebrea Yatsar y es la labor del alfarero, el uso de esa palabra corresponde al material que Dios usó, polvo de la tierra. Dios tomó barro, lo moldeó y lo hizo una pieza de alfarería y le puso por nombre Adan… procedente del barro.

 

Gn 2:22 De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre,

 

Cuando Dios crea la mujer, el escritor sagrado, usa la palabra “hizo”, traducción de la hebrea “baná”, que es la labor de un albañil. Dios tomando material genético de Adán, su costilla, realiza una labor mucho más sofisticada que el cacharro del varón y realiza, como un constructor, a la mujer.

En tiempos de igualdad, a los que adhiero en cuanto a derechos, quisiera subrayar que los hombres y las mujeres son diferentes. Por más que me esfuerce, no me cabe ese modelo andrógino que nos quieren inculcar. No existen dudas de la inteligencia y capacidad de las mujeres en diferentes roles dentro de la sociedad que bendicen todo el alcance de su trabajo y no entiendo por otra parte, como papeles tan sublimes como ser esposa, madre o ama de casa son escupidos en pro de una dilución de esa particularidad de la mujer. Quieren que las mujeres sean hombres y que los hombres seamos mujeres… el problema es que tenemos un chip, constitutivo, a los hombres nos hizo Dios oficiando de albañil y a las mujeres, las hizo Dios pero oficiando de ingeniero civil… somos iguales, pero muy diferentes.

¿En donde estudié esto? Conocí 43 años a mi madre, una mujer excepcional, que podía dejar avergonzado a cualquier hombre, en esfuerzo, capacidad organizativa, administración…. Era una laburante increíble, orgullosa de ser mujer. Llevo 38 años tomado de la mano de mi esposa (5 más casi 33 años) increíblemente inteligente, organizada, tiene una función del multitareas infinito, apabulla la cantidad de temas que maneja a la vez… amorosa, tierna, firme cuando se requiere… Y si estos diplomas no lo conmueven, llevo 30 años de padre y llevo casi 25 como pastor de una multitud de ellas.. y créame, son diferentes.

Nuestro problema social, la violencia en contra de las mujeres, surge de hombres que, en su faz más animal, las tratan como iguales en fuerza física… las golpean, las insultan, las someten…

Por eso, una y otra vez, la Biblia insiste en que a ellas se las trata de otra manera.

 

“Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.” (1 Pe 3:7)

 

1 Tim 5:2 (Pablo le pide a Timoteo que trate) “… a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.”

 

 

Así que mujer deseo de todo corazón que nadie te haga olvidar tu maravillosa singularidad, eres increíble, fuiste diseñada para ser distinta.

Hay muchísimos hombres que seguiremos peleando por la igualdad de tus derechos, pero que oraremos para que sigas siendo diferente a nosotros, porque es tu singularidad la que honra a Dios.

 

Pv 31:29 «Muchas mujeres han realizado proezas,

pero tú las superas a todas».

30 Engañoso es el encanto y pasajera la belleza;

la mujer que teme al Señor es digna de alabanza.

31 ¡Sean reconocidos sus logros,

y públicamente alabadas sus obras!