Jn 1:9 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. 10 El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.
Juan, el apóstol, principia su evangelio ubicándonos cuando Juan, el Bautista, ejerce su ministerio. En ese momento, el Ungido era una promesa potencial pero a la vez, aclara el apóstol Juan, ya estaba en el mundo. Dice de Jesús, que El venía a este mundo pero que a la vez ya estaba en medio de él.
Hay cosas que Dios nos ha prometido que ya están desarrollándose, solo que para nosotros, porque no las vemos, la conjugamos en futuro. ¿Qué es lo que falta? El tiempo de la manifestación… pero ya se están desarrollando.
Jesús era solo seis meses menor que Juan, así que durante el ministerio del bautista, el Ungido fue un espectador… Allí, en la multitud, Jesús escuchaba a Juan:
20 (Juan) No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza: —Yo no soy el Cristo.
21—¿Quién eres entonces? —le preguntaron—. ¿Acaso eres Elías? —No lo soy.
—¿Eres el profeta? —No lo soy.
22—¿Entonces quién eres? ¡Tenemos que llevar una respuesta a los que nos enviaron! ¿Cómo te ves a ti mismo?
23—Yo soy la voz del que grita en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”—respondió Juan, con las palabras del profeta Isaías.
Hay un tiempo de promesa y hay un tiempo de manifestación, en medio de ambos hay un tiempo de desarrollo. Que no veas la concreción de tu promesa no significa que esta no se esté desarrollando, quizás lo que estás esperando está caminando en medio tuyo, solo que no es aún el tiempo en que se conozcan.
Los escribas y los fariseos, que interrogaban a Juan, tenían al Cristo al lado y no lo supieron nunca, aún cuando, después de iniciar su ministerio, oyeron y vieron su vida. Sin embargo, Juan el bautista, lo reconoció de inmediato… ¿Cómo? El Espíritu Santo se lo reveló. El Espíritu Santo te revela el tiempo del cumplimiento y lo que era una promesa en tu futuro, se convierte una realidad en tu presente…
33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo”. 34Yo lo he visto y por eso testifico que este es el Hijo de Dios».
Aunque Juan y Jesús eran primos, no se conocían. Aparentemente la relación entre familias se había cortado y no se vieron nunca, pero si Juan en el vientre de su madre pegó un salto cuando María, embarazada de Jesús, saludó a Elizabeth, su madre, ahora de adulto por el mismo Espíritu Santo no tuvo problema en identificarlo.
El Espíritu Santo te despierta los sentidos para que sepas que aquello que esperas ya está en camino hacia nuestra vida. He estado inquieto las ultimas noches por decisiones que estoy tomando, pero una palabra me ha venido, vez tras vez, a mi vida…
Is 43:18-19 ´Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo!
Ya está sucediendo… ¨
Ya está sucediendo, en algún lado, quizás ahí a tu lado, ya empezó la cuenta regresiva. 10, 9, 8, 7....
Ya está sucediendo…. Ya camina en medio nuestro!!! Lo que esperamos está viniendo, solo necesito estar lleno del Espíritu Santo para no ser ignorante al tiempo de manifestación que estoy viviendo. Aleluya.
